Cuando pensamos en la oratoria, lo primero que suele venir a nuestra mente es la habilidad de hablar de manera clara, segura y convincente. La Real Academia Española la define como “el arte de hablar con elocuencia”. Aunque esta definición es pertinente, resulta limitada si queremos entender la comunicación efectiva como un proceso verdaderamente humano.
¿Qué lugar ocupa la escucha activa en la oratoria?
Comunicarse de manera efectiva no sólo se trata de elegir las palabras adecuadas, sino también de ser conscientes de nuestro entorno. Incluso cuando pronunciamos un discurso en formato monólogo, debemos escuchar a nuestra audiencia: sus reacciones, su lenguaje corporal, su nivel de atención… ¡todo comunica!
La escucha activa nos permite ajustar nuestros mensajes, desarrollar estrategias de interpelación y generar una aproximación genuina con nuestro público. De esta forma, la oratoria deja de ser un acto meramente expositivo y pasa a convertirse en una conexión emocional y estratégica.
Escuchar para conectar: una habilidad clave en la comunicación
Cuando escuchamos, comprendemos mejor las necesidades, expectativas y emociones de quienes nos rodean. Y al hacerlo, nuestras palabras dejan huella. La escucha activa no sólo mejora nuestra capacidad de hablar, sino que potencia nuestro liderazgo, empatía e influencia.1
- Esta reflexión surgió a partir de una ilustración de Flavita Banana. ↩︎